SE LIBRE DE DEFINIRTE POR TUS LOGROS

Tercer artículo de la serie: "Evita la tentación de vivir una vida falsa"

En la reseña del capítulo 4 de Mateo, que nos muestra a Jesús en el desierto, el diablo le tienta haciéndole dos desafíos para que demostrará que en realidad era el hijo de Dios, en el primero le reta a convertir las piedras en pan Vs.3. Y en el segundo le pide que se lance al vacío para averiguar si en realidad ángeles lo sostendrían. Vs.6.

Aparentemente Jesús no había hecho nada aún a sus 30 años, todavía no había iniciado su ministerio y parecía un fracasado, en el desierto mismo se encontraba en una posición de profunda debilidad física, hambriento y cansado. Se hacía llamar hijo de Dios, pero no había hecho en ese punto, nada extraordinario.

Nuestra cultura nos hace esa misma pregunta. ¿Qué has logrado? ¿Cómo has demostrado tu capacidad? ¿Has tenido éxito en aquello a lo que te dedicas?

Lo común en la cultura secular es darte valor por los logros que has alcanzado: ¿Qué título has conseguido?, ¿Qué alto cargo tienes en tu empresa u organización?, ¿Cuántos reconocimientos has acumulado?. Este paradigma también es propio de iglesias y organizaciones cristianas con estructuras de liderazgo verticalista que viven bajo la premisa que si has hecho logros grandes eres visto como importante y digno de confianza.

De ahí que los hijos de Dios, consciente o inconscientemente nos sentimos valiosos si hemos hecho logros a la altura de lo que se considera exitoso en nuestro medio ya sea secular o cristiano, en otras palabras: ¡Sin logros no hay valor!

Jesucristo sabía que la fuente de su valor no estaba en los logros que el diablo le demandaba para demostrar que era hijo de Dios y se lo demuestra citando las escrituras, que no eran más que la verdad revelada del Padre, su valor estaba intrínsecamente ligado a su profundo conocimiento del Padre, por lo tanto, su identidad no se definía por demostrar sus logros.

4 PELIGROS DE DEFINIRTE POR TUS LOGROS.

1. Se distorsiona la motivación por la cual sirves Dios.  
Sin darte cuenta puedes caer en la tentación de servir a Dios para darte valor como persona, es decir, hacer ministerio para sentirte valioso ante tus propios ojos y los ojos de los demás, tu motivación deja de ser, servir por agradecimiento. (Lucas 7:47) Y para darle la Gloria a Dios (Col. 3:23-24) Y se convierte en un servicio que busca aprobación. Desde la posición de inseguridad de servir por sentirme valioso, solo me alejo de la verdadera satisfacción del siervo y de la oportunidad de Glorificar a Dios con mis acciones.

2. Te conviertes en un ser falso que tarde o temprano va a cosechar crísis.
 
Imagínate a alguien que contrario a lo que es en realidad, se condiciona para sonreír y ser amable con todos, compartiendo la Biblia en público, asistiendo a toda actividad posible para servir, esforzándose por mostrar a los ojos que le rodean la mejor versión de sí mismo y todo con la motivación de encontrar aprobación y no por obediencia y agradecimiento a Dios.
Ese individuo podríamos ser tú o yo, y te puedo asegurar, que al igual que un cadáver que se llena de gases como resultado de la putrefacción en algún momento explota y expulsa al exterior mal olor y podredumbre, el doble estándar no se puede sostener y tarde o temprano se revela al exterior. Gálatas 6:7

Esta revelación del doble estándar hace daño a la familia y se podría manifestar en problemas con el cónyuge quien es víctima de confusión y enojo al ser testigo de nuestros esfuerzos por mantener una imagen falsa, los mismo puede pasar con nuestros hijos que son movidos por el ejemplo a imitar el doble estándar de vida. La razón de estos colapsos familiares es simple, cuando nos definimos por nuestros logros, nos importa más el reconocimiento inmediato que los resultados honestos a largo plazo y todo lo demás incluyendo a nuestra familia pasa a un segundo plano de importancia. Ellos pierden su voz, y viven bajo una mentira, aunque por un tiempo no se manifiesten consecuencias, al final siempre golpeará con fuerza a aquellos que están más cerca de nosotros, porque nos conocen y ante ellos no podemos sostenernos con una imagen creada. Si miento, ellos aprenden a mentir, si chismeo ellos aprenden a chismear, si soy desleal a mis semejantes, ellos aprenden deslealtad, y si vivo de apariencias ellos aprenden lo mismo, con el atenuante que dejarán de verme como digno de confianza; en resumen, si vivo una vida falsa para encontrar valor como persona, ellos aprenden una vida falsa, y en consecuencia esto termina en crisis difíciles de superar y en el peor de los casos puede producir amargura contra Dios o su cuerpo que es la iglesia.

3. Puedes ser fácilmente destruido por la crítica, los rumores o las mentiras que otros hagan de ti.
 
Nada destruye más nuestra posición de valor por nuestros logros, que la crítica, los rumores y las mentiras que otros hagan de nuestros motivos o nuestras acciones, la razón es porque la base sobre la cual servimos no es la búsqueda de la Gloria de Dios, sino el darnos valor como personas a través del reconocimiento de otros, por lo tanto, todo aquello que destruye la imagen que otros tienen de nosotros tiene el potencial de afectarnos tan profundamente, que fácilmente nos puede arrastrar a la amargura, el odio y la decepción, pero además de oscurecer nuestro mundo interior alejándonos de una comunión sincera y transformadora con Dios, alterará nuestro ánimo, desempeño y fuente de paz y felicidad que proviene de darme valor por lo valioso que me hace la muerte de Cristo en la cruz.

Solo el que hace las cosas para la Gloria de Dios será libre de no buscar valor personal en el logro de resultados y hará de las críticas, los rumores y las mentiras, aliados que lo harán más humilde y enfocado en hacer todo para honrar a Dios, porque al final será Dios quien pague a cada uno conforme a su labor, labor que quizá en la tierra sea menospreciada o ensuciada pero si se hizo con la motivación correcta y dio fruto por la gracia de Dios, no cambiará la recompensa que se recibirá en el cielo. 1 Corintios 3:1-9.

4. Caes en la tentación de aferrarte a lo que has logrado y en consecuencia pierdes la oportunidad de dejar un legado.

 
Ya establecimos que Dios quiere que todo lo hagamos sea para su Gloria, cuando eso sucede, todo lo que hacemos nos bendice a nosotros mismos y bendice a otros. Por lo tanto, cuando renunciamos a darnos valor como personas por lo que hacemos, iniciamos nuestro peregrinaje para servir con alegría y por agradecimiento, y nos convertimos en agentes de cambio al no considerarnos insustituibles, y por el contrario, le agregamos valor a otros con nuestro servicio.

Si renunciamos a la búsqueda de aprobación de quienes nos rodean y aprendemos a hacer todo para la Gloria de Dios, Y al Señor le place darnos el privilegio de un nombramiento o posición para que exaltemos su nombre, al mismo tiempo, también seremos bendecidos con la capacidad de no aferrarnos a esos privilegios y nombramientos, sabremos gestionarlos para cumplir los propósitos divinos y llegado el momento no tendremos problema en ponernos a un lado y trabajar en una transición para que otros continúen la labor que Dios inició a través de nosotros

Hace muchos años leí el libro titulado: Perfil de tres monarcas, donde Saúl es presentado como prototipo de líder que se aferra a su posición al grado de ver fantasmas de amenazas, lo que lo llevó a darle persecución a David, con la intención de quitarlo de en medio y eliminar así la competencia, Por otro lado estaba Absalón, Representando el prototipo de líder que intenta ascender eliminando a la autoridad en turno a través de las mentiras, el engaño y la deslealtad, cuando murmurando de David y sustituyéndolo ilegítimamente ganaba el favor de otros y destruía la reputación de su Padre el Rey, para ocupar su lugar en el trono. (2 de Samuel 15:1-6)

Y finalmente el autor presenta a David como el ejemplo del líder que no buscaba en su desempeño procurarse una posición para sentirse valioso y en consecuencia no se afanó por sentarse en el trono de maneras ilegítimas. Recordemos, estuvo en una cueva con Saúl tan cerca que cortó la orilla de su manto (1 de Samuel 24:4-7) por lo tanto, podía haberlo matado y justificado su acción como defensa propia porque Saúl lo andaba buscando para matarlo después que Elí lo había ungió como Rey. Y cuando llego a la encrucijada de ser sucedido en el trono, lidio con la rebelión y deslealtad de su hijo Absalón (2 de Samuel 15:1-6) Tampoco se resistió, ni defendiéndose, ni censurando a Absalón a través de algún castigo o la muerte misma, entendiendo que, si Dios lo había puesto, también un día Dios decidiría que otro lo sustituirá, de hecho considero que Absalón podría ser el nuevo rey nombrado por Dios (2 de Samuel 15:19-23) Es el orden natural de cómo Dios hace las cosas, Él no levanta a un Moisés y lo hace eterno para que cumpla sus propósitos, sino que crea a un Josué para que su obra maestra en la tierra continúe.

Las anteriores cuatro cosas, pueden ser realidades que nos impidan avanzar en la meta de Glorificar a Dios, y todas tienen un denominador común. “Valorarnos por nuestro logro y desempeño”  Suficiente razón para que oremos y busquemos evitar definirnos por nuestros logros, y evitar la tentación de servir para darnos valor como individuos (Incluyendo reconocimientos o nombramientos) 

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