SE LIBRE DE LA ILUSIÓN DE POSEER

Segundo artículo de la serie: "Evita la tentación de vivir una vida falsa"

Todo lo que mi perro Kenzo necesita para ser feliz es tomar sol en la terraza, un plato de comida y disfrutar la compañía de toda la familia.

Ojalá, para nosotros los seres humanos fuera así de sencillo, pero lo hacemos complejo porque la ilusión de poseer nos abraza tan fuerte que nos deja sin aliento: Quiero ese carro, quiero a esa mujer, quiero esos muebles, quiero esa casa, quiero esa posición, y el quiero crece hasta que perdemos conciencia que nuestra vida en la tierra es la ilusión de tener lo que no es eterno, llevándonos por el sendero de alejarnos del placer de la tierna presencia de Dios, fuente de la verdadera satisfacción y felicidad permanente.

Si no tenemos cuidado, la ilusión de poseer lanzará  nuestra devoción a Dios como la primera corriente de la crecida de un río después de una intensa lluvia, que arrastra los troncos de un árbol, lanzándolos, hundiéndolos y golpeándolos hasta quedar hecho pedazos.

Es necesario hacer un alto y reflexionar lo que dice Mateo 6:19-21: No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.

Si no hacemos un alto y un sincero ejercicio de meditación en silencio y quietud delante de Dios para descubrir y apartarnos de la ilusión de poseer, seremos seducidos hasta el grado que nuestra vida sea una completa falsedad, lo que seamos y hagamos no estará definido por el amor a Dios y al prójimo sino por nuestros deseos egoístas, aún las labores santas y de caridad serán manchadas con esa corrupción.

El mundo está lleno de ilusiones y apariencias. Nos convencemos de que no podemos vivir sin ciertos placeres terrenales, logros y relaciones. Nos «apegamos» (o nos volvemos «adictos», como dice el mundo contemporáneo). Atamos nuestra voluntad a la creencia de que algo menor que Dios nos dará satisfacción. Pensamos: Si logro tener esto o aquello, después me sentiré realmente contento y bien conmigo mismo. Habré «terminado» y estaré listo para descansar.

Pero poco a poco, encontramos que la acumulación de cosas —ropa, juguetes electrónicos nuevos, autos, casas— ya no provoca el mismo entusiasmo de antes. La sensación placentera desaparece, así que nos convencemos de que necesitamos más. Nos seducen los falsos dioses de la posición social, la atención y la fama. Nos cautiva la ilusión de que si conseguimos unas pocas palabras de elogio por parte de algunas pocas personas importantes, de alguna manera nos sentiremos realizados.  

Dios quiere llevarnos a un estado de honestidad donde reconozcamos nuestro desmedido deseo de poseer y ese momento de iluminación no será fácil, arderá como arde la piel expuesta al ácido, porque será también acompañado del llamado a despojarnos de todo pensamiento, de toda acción y práctica de poseer que nos tiene estrangulados y ciegos a la gracia de Dios.

Timoteo nos advierte de este veneno que nos asesina lentamente cuando dijo: Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6.6–10

Desviarse de la fe no es necesariamente darle la espalda al Cristianismo y no asistir más a una iglesia, cuando somos consumidos por el deseo de poseer somos desviados de nuestra fe, incluso haciendo más intensamente actividades en nuestra iglesia pero con nuestra alma corrompida al cambiar la motivación de hacerlo por poseer algún beneficio que por amor a Dios, prueba de esa alma corrompida, desviada de la fe es el agitado mundo interior que no tiene paz, lleno de codicias necias y dañosas como la envidia, los celos que nos arrastra a ser desleal, a mentir para avanzar, a vivir descontentos.

En la búsqueda de discípulos Jesucristo hizo un test con la siguiente pregunta:
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14.33
 
No se de que manera Dios te pedirá a ti esa renuncia, pero en mi experiencia no fue nada fácil, con su llamado a plantar una nueva iglesia, ; El me pidió dejar mi posición en la iglesia, mi salario, mi bonito vecindario, mis amigos, toda mi zona de confort fue y sigue siendo sacudida, pero en el momento que acepte que todo lo que hacemos es por amor a Dios y para el beneficio de la gente, y en el momento que renuncie a todo beneficio y deje en las manos de Dios mi futuro ¡Fui libre! Y esa libertad me ha traído paz y felicidad interior y una comprensión de la gracia el amor y el cuidado de Dios, de la cual estaba necesitado. Ahora, Dios me tiene en la escuela de estar contento con el sustento y el abrigo mientras vivo la aventura de fe de ser fiel a su llamado.

De la misma manera, que todo cuanto pudieras lograr poseer no te podía comprar la vida eterna, nada de lo que poseas te puede hacer más merecedor de la gracia de Dios. ¡Examínate! y decide ser libre de tu amor a las posesiones y conviértete así en un discípulo de Cristo y se libre de muchos dolores.

2 Comments


Francisco - August 16th, 2022 at 11:28am

Muy oportuno su mensaje Pastor. Gracias

- August 16th, 2022 at 2:07pm

Francisco me alegro que Dios, le haya hablado a su corazón.

Estoy a la orden.